A veces sentimos que algo nos pesa… pero no sabemos qué. Nos va bien, pero hay una tristeza que no entendemos. O repetimos historias que no son nuestras, como si estuviéramos siguiendo un guion escrito por otros.
En este espacio —donde proponemos una forma diferente de mirar la salud: sin etiquetas, sin mitos y con conciencia— queremos hablar de eso que no se ve, pero se siente. De las cargas invisibles que muchas veces heredamos sin darnos cuenta.
¿Qué son las cargas invisibles?
Son emociones, duelos, secretos o destinos que pertenecen a otros —a nuestros padres, abuelos, bisabuelos— pero que, por amor inconsciente, llevamos como si fueran nuestros. Como dice Bert Hellinger:
“Lo que se excluye en una generación, se manifiesta en la siguiente.”
No es culpa de nadie. Es parte de cómo funciona el alma familiar: todo lo que no se mira, busca ser visto. Todo lo que no se honra, pide ser reconocido.
¿Cómo se manifiestan?
– Repetimos patrones de pareja o de trabajo.
– Sentimos culpas que no entendemos.
– Nos cuesta avanzar, como si algo nos tirara hacia atrás.
– Cargamos con emociones que no tienen nombre.
Brigitte Champetier lo explica así:
“El alma familiar busca el equilibrio. Y si alguien fue olvidado, otro vendrá a recordarlo.”
¿Y qué podemos hacer?
El primer paso es mirar. Reconocer que quizás eso que sentimos no empezó con nosotros. Que hay una historia más grande, y que podemos honrarla sin quedarnos atrapados en ella.
Las constelaciones familiares nos ayudan a ver ese mapa oculto. A poner cada cosa en su lugar. A decir, como propone Hellinger:
“Yo te veo. Te honro. Y ahora tomo mi propio camino.”
Este espacio es para eso
Para mirar con amor. Para soltar lo que no es nuestro. Para vivir más livianos, más presentes, más en paz.
Conoce más sobre nuestras sesiones o reserva tu espacio si sentís que es momento de mirar hacia el origen.